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Rutas de acción por un México que cuida

Imágenes de la Primera Marcha por el Derecho al Cuidado, Ciudad de México, 10.11. 2019

Por Jana Vasil’eva

2/23/2021

Combatir la desigualdad que experimenta América Latina y el Caribe, necesariamente implica abordar uno de los pilares fundamentales y a la vez más invisibles de las sociedades: la organización social de los cuidados. La pandemia por el coronavirus ha puesto de relieve, de forma inédita, la poca visibilidad que tiene el trabajo de cuidados en las economías de la región latinoamericana. Al hacer visible la desprotección social y laboral de las personas cuidadoras y la sobrecarga del trabajo de cuidados para las mujeres dentro y fuera de la casa, el advenimiento del coronavirus a México está fortaleciendo conversaciones que ya venían ganando terreno.

En México, dar y recibir cuidados no está reconocido como un derecho. Según la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo de 2019, la población de 12 años y más dedica la mitad de su tiempo de trabajo total a labores no remuneradas, es decir 2 mil 796 millones de horas a la semana. Las personas que realizan esta labor, no reciben un salario por este trabajo, no tienen derechos ni prestaciones laborales, no obtienen capacitación y no tienen garantizado el derecho a la salud física, mental y emocional, ni al descanso y al tiempo propio. Tres cuartos del total de las horas que se dedican en el país a estas labores, son realizadas por mujeres, niñas y adolescentes, más aún si viven en condiciones de precariedad y pobreza. Si el trabajo de cuidados no remunerado se contabilizara en pesos mexicanos, aunque sea de manera subestimada, esta labor hubiera generado 5.5 billones de pesos en el 2018. Esto representa 23.5 por ciento del producto interno bruto del mismo año y supera por mucho el valor económico generado en otros sectores.

En este escenario, los largos procesos de lucha por parte de activistas, políticas, académicas y colectivas han posicionado los cuidados en el debate público. Como resultado, la Constitución de la Ciudad de México incluyó en 2018 el derecho al cuidado. Este paso histórico alentó un movimiento multiactor por un México que cuida. En 2019 se consolidó la colectiva Yo Cuido México que reúne cuidadoras y cuidadores de varios estados de la república. Esta colectiva forma parte de un movimiento regional con presencia en Chile y Perú. El 10 de noviembre 2019 se volvió una fecha histórica en la pugna por el derecho al cuidado digno. Ese día, cientos de personas organizaron marchas en varias ciudades de estos el países, uniendo sus voces y sus cuerpos para visibilizar el trabajo de cuidados y exigir sus derechos.

Desde entonces, se han sumado conquistas clave a esta causa. En el caso de México, desde diciembre de 2019, un conjunto de cuidadoras, activistas, feministas, académicas y organizaciones de la sociedad civil impulsaron la conformación de la Coalición por el Derecho al Cuidado Digno y al Tiempo Propio de las Mujeres para reformar la constitución nacional. El 18 de noviembre del 2020 se aprobó por unanimidad en la Cámara de Diputados una reforma al 4to artículo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que reconoce el derecho al cuidado digno, al tiempo propio, y a la creación de un Sistema Nacional de Cuidados. Esta reforma está en camino hacia la revisión en el Senado.

Paralelamente, múltiples actoras están construyendo espacios de conversación y resonancia para para promover cambios en la concepción y en las prácticas de los cuidados como un asunto público, colectivo e indispensable. Entre otras acciones, Escucha con Cuidado, politiza el cuidado desde las voces de las cuidadoras y de los cuidadores – porque situar el cuidado al centro implica reconocer que las políticas de cuidados se construyen desde el territorio al escritorio y no al revés, porque pensar en una reorganización de los cuidados requiere un diálogo social y una escucha comprometida de todas las partes involucradas, y porque la experiencia y el conocimiento de las personas que hoy en día cuidan de manera intensa y extensa son imprescindibles para construir múltiples horizontes de acción por sociedades y economías al cuidado de la vida.

Estos andares están llenos de retos y existe un riesgo constante de retroceso en el camino trazado. Mientras escribo estas líneas, el mundo se encuentra en una emergencia al atravesar una pandemia. Las economías se ven golpeadas por una crisis sanitaria sin precedentes, muchos gobiernos de la región latinoamericana implementan recortes fiscales para paliar los efectos de esta situación. Como ha sucedido a lo largo de la historia, estas medidas exigen que el tiempo y los cuerpos de las mujeres amortiguan la crisis mediante el trabajo de cuidados dentro y fuera de las casas. En este sentido, la pugna por sistemas públicos del cuidado no es un esfuerzo puntual sino forma parte de una lucha histórica acumulada, que damos de distintas formas y en diferentes geografías. Es una lucha no sólo por los derechos de las mujeres, sino es desde allí, una lucha contra las desigualdades sociales, una lucha feminista por construir un mundo distinto donde el sostenimiento de la vida esté en el centro.

*Esta nota se basa en los contenidos de la publicación Garfías, M. y Vasil’eva, J. (2020). 24/7. De la reflexión a la acción, por un México que cuida, disponible en: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/mexiko/17157.pdf

Jana Vail’eva es Integrante de Red de Cuidados en México, integrada por organizaciones, colectivos, activistas feministas, cuidadoras, especialistas, así como ciudadanas y ciudadanos interesados en construir una agenda de igualdad de género y justicia social para lograr una organización social más justa del cuidado.

Fuentes: 1) Discapacidad Motriz. Comunidad, información, noticias. 1ra Marcha Por El Derecho Al Cuidado – Movimiento Yo Cuido, 2019, disponible en: https://discapacidadmotriz.org/tema/1ra-marcha-por-el-derecho-al-cuidado-–-movimiento-yo-cuido; 2) Género en marcha. Trabajando el nexo migración-desarrollo desde una perspectiva de género. Guías de Aprendizaje. Allison J. Petrozziello Santo Domingo, República Dominicana, 2012, p. 133.

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